El P. Isidoro, desde su juventud se sintió con vocación extraordinario de misionero predicaba públicamente por las calles y plazas uniendo la llamada a la conversión con la devoción a María. Quiso que la imagen de María fuese públicamente venerada y quiso Dios que se le ocurriese el pintar a María Santísima con el traje de Pastora, basándose en que la Virgen era, verdadera y perfecta imitadora de su Hijo, al modo que Él es un Buen Pastor de los hombres, así su Madre es Pastora Buena de las almas y de toda la iglesia.
Tovar, el pintor, tardó dos meses en hacer su obra. El 15 de agosto vuelve el P. Isidoro a ver el cuadro, para cotejar la imagen con la que llevaba en el corazón, y le dice que ponga en la parte superior dos ángeles sosteniendo en sus manos una corona imperial en actitud de posarla sobre la cabeza de la Emperatriz del cielo. Une así su devoción predilecta al misterio de la Asunción.
El 8 de septiembre de 1703,fiesta de la Natividad de la Virgen, sacó en procesión por primera vez el lienzo de la Divina Pastora. Acogida con admiración al ver la hermosa imagen de María Santísima.
La devoción a la Sma. Virgen bajo el título “María, Madre del Buen Pastor”, se propaga por España y América en la segunda mitad del siglo XVIII.
Después de la supresión de las órdenes religiosas en España, restaurada la orden capuchina, a mediados del siglo XIX, la devoción a la Madre del Buen Pastor, florece de nuevo en España y se implanta en Italia y en otras naciones europeas y americanas.
Fue en la tercera década del S. XVIII cuando se encargó la primera imagen de la Pastora con el Niño Pastor en su regazo.
La Santa Sede, al aprobar la fiesta de la Divina Pastora prefirió al simbolismo del Cordero sacrificial la alegoría del Pastor Divino. Después del decreto pontificio, representar a la Divina Pastora con el Niño está más conforme a las normas y al espíritu de la Iglesia, que prefirió llamarla Madre del Divino Pastor mejor que del Cordero Divino.